jueves, 12 de junio de 2008

Compañeros y cómplices


Estamos en un momento de la historia de la sociedad en que los cambios de roles que desempeñan las mujeres desatan, en ocasiones, análisis confusos y perturbadores. Y si estos cambios han de llevarnos a una vida mejor y más equilibrada entre hombres y mujeres, no deben de ser frenados por actitudes que, enarbolando derechos o progresismos mal entendidos, sean aprovechados por las soterradas actitudes reaccionarias que subyacen en lo mucho que perdura de la sociedad patriarcal, de la que muchas mujeres, tal vez de forma inconsciente, participan.
Se me ocurre esto leyendo algunas opiniones, de hombres y mujeres, sobre el permiso de maternidad compartido, porque cuando las mujeres reclamamos este derecho como propio y exclusivo, rechazamos que pueda ser compartido a discreción por los padres, favoreciendo que solo las madres asuman la responsabilidad, incluyendo el riesgo laboral que comporta la decisión de tener hijos.
Es evidente que la conciliación laboral resulta difícil en una sociedad en la que impera un capitalismo puro y duro y una competitividad mal entendida y peor organizada. La maternidad sigue siendo un handicap para las mujeres que trabajan fuera del hogar, y mayor para las que desean desarrollar una carrera profesional, en la que un frenazo por maternidad puede suponer el estancamiento definitivo e incluso, aunque en menor grado, la pérdida del empleo. Por ello creo que la conciliación de la vida laboral, sobre todo en lo relacionado con la atención a los hijos, pasa por una necesaria complicidad entre la pareja y más en los asuntos de permisos legales, posibles excedencias o cualquier beneficio que facilite la decisión de ser padres y el cuidado de los bebés.
Creo que hay que avanzar en el desarrollo de medidas que favorezcan la natalidad y la conciliación familiar sin que se conviertan en un lastre para las mujeres a la hora de ser contratadas o promocionadas. Porque esto -no nos engañemos- sigue ocurriendo cada día Para que estas medidas sean vistas como un hecho más de la vida de un trabajador o trabajadora, sin tener en cuenta el factor de género. Pero todas las soluciones legales o medidas sociales por avanzadas que sean no disminuirán la necesidad de que hombres y mujeres sean verdaderamente compañeros y cómplices. Sobre todo si solo es la mujer la que ha de esperar el momento oportuno para tener un hijo sin que las semanas de ausencia laboral la perjudiquen gravemente, o afecten a la responsabilidad profesional contraída. El mundo del trabajo es complejo. Y las circunstancias de los miembros de una pareja no tienen porque se idénticas. Habrá ocasiones en que el padre pueda asumir con menos riesgo la atención a un nuevo miembro de la familia,y tomar en la parte que quiera el permiso posparto desde el momento en que se haya recuperado la madre, que si bien ésta debe atender a la lactancia, también es posible que pueda decidir en este asunto en que medida la asume o si la asume. Dejando claro que en cualquier caso una madre normal siempre busca lo mejor para sus hijos y lo mejor también puede ser una madre satisfecha, con un compañero cómplice que suministra algún que otro amoroso biberón. También es una hermosa experiencia a compartir por un padre y su responsabilidad al 50%.

1 comentario:

Yago dijo...

Pues estoy de acuerdo. La decisión de Carmé Chacón de compartir al 50% la baja de maternidad me ha parecido de lo más acertado y la acción que más va a hacer por las mujeres de todo lo que he visto en los últimos años. Creo que la plena igualdad en el entorno laboral se conseguirá el día en que los hombres comencemos a compartir la baja al 50% de verdad. Claro que muchas mujeres tendrán que consentirlo. La lucha empieza por vosotras mismas.
Besos,