jueves, 16 de julio de 2009

MÁS ROSAS... MAR Y POESÍA

Aún se mantenían tersas en el jarrón las rosas de Elba cuando hicimos una breve visita a la costa. Fue como un preludio de nuestras proyectadas vacaciones en Pragueira, y como una rememoración de las del pasado verano, cuando conocí a mi amigo Jóse, en el Hotel Almar. Donde, además de él y su encantadora familia, me esperaban más rosas: en el jardín y en un búcaro de nuestro cuarto. Y otra más, bien colocada junto a la botella de albariño, para brindar por un nuevo verano en tan grato lugar y entrañable compañía. Y es que este verano me siento querida por las rosas.
Rosas en Pragueira, llenas de intenciones delicadas, también rojas y suaves, despojadas de espinas. Las espinas se quedaron en el recinto exterior del hospital de Bodrum, donde las matas verdes de espinosos rosales aún no habían florecido.
En esta visita al mar, también mis ojos pudieron acariciar, desde las dunas, las frescas aguas de la Lanzada, lamiendo perezosas la arena de la playa. En ocasiones se muestran bravas. Pero la tarde de mi visita se movían con calmada parsimonia. Y me recordaron otra tarde, de hace casi un lustro, en que de pronto, en el mismo lugar, volvió a mí la poesía después de su alejamiento de décadas. O yo volví a ella. ¿Quién sabe?
Pero en aquél encuentro nacieron estos versos:
__ LA LANZADA (2005) __
¡Qué verdes y mansas!
¡Qué suaves se mecen
Las aguas! Estas aguas.
Se desplazan en ondas,
Solemnes, pausadas.
Se encogen y se extienden
Se tornan espumosas
Estas aguas: mis aguas.
Se acercan juguetonas,
Besan la arena blanca
Con sus blondas de encaje.
La salpican, rizadas.
Algún remolino inquieto,
Rezagado
Se despliega en vistoso abanico.
Pero solo hay olas mansas
De agua salada
En esta tarde luminosa y mágica
En la Lanzada.
Y bailan mis sentimientos placenteros
En remolinos de nostalgia
Por todo lo perdido
Por lo que pierdo cada día
¡Pedazos de mi alma!
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