miércoles, 29 de julio de 2009

LA NOCHE DE TU MUERTE:carta y poema a Fina


Dos años han pasado desde tu marcha, y no puedo decir largos porque han pasado en un soplo. Lo único que se ha agrandado es el vacío que dejaste, que trato de llenar con evocaciones y recuerdos en esa novela que escribo para dar testimonio de nuestra amistad de una vida. Y aunque se ha ido retrasando sobre el tiempo previsto, confío en que las embestidas del destino no me obliguen a demorar más el trabajo, y pueda, finalmente concluirla.
Entretanto hago público por primera vez el poema que escribí en aquellos días de dolor, en un entorno muy próximo, junto al mismo mar, en que ahora nos encontramos tu amigo y yo. Donde nuestras lágrimas, impotencia y desconcierto fueron la misma manifestación del mayor desconsuelo.
“ La noche de tu muerte”, frase que da título a esta entrada, es también el de estos versos.
Galicia, 29 de julio de 2007
La madrugada de este día, nació perpleja y triste, porque Fina, nuestra querida amiga, un miembro más de nuestra pequeña familia, emprendía el viaje eterno. Y nos dejaba, a todos los que la queríamos, en el más profundo desconsuelo.

La noche de tu muerte
Bajamos a la playa
En busca de tu sombra.
Queríamos hallarla
A lomos de las olas,
Sobre las crestas blancas
De aguas encrespadas.
Pero no estabas.
La noche de tu muerte
Bajamos a la playa,
Pisando arena húmeda
Oteando distancias
Buscábamos reflejos
De tu alegre mirada.
Pero no vimos nada.
La noche de tu muerte
Con un dolor punzante
Bajamos a la playa.
Escuchando el silencio
El rumor de la brisa
Traería tus palabras
O el eco de tu risa.
Pero no oímos nada.
Contemplamos el cielo
Encendido de fiesta
Sin nubes rezagadas
Que ocultaran tu alma,
Porque era noche clara.
La luna, en lo alto
Avanzaba despacio
Cual reina acompañada
De su corte de estrellas.
Buscamos en ellas
Un gesto de tu mano
Un guiño, una mirada
Desde el Otro Lado.
Pero no lo hallamos.
La noche de tu muerte
Bajamos a la playa.
Buscábamos consuelo.
Buscábamos señales
De tu viaje eterno
Hacia el espacio inmenso.
Y no encontramos nada,
Ni en la arena
Ni en el agua
Ni en el cielo.
Tampoco entre los pinos
Ni en las plantas dunares
Del borde del camino.
¡Pero no te habías ido!
La fuerza de tu espíritu
Estaba junto al féretro
Despidiendo el cortejo
De otros seres queridos.
¡Por eso no te vimos!


jueves, 16 de julio de 2009

MÁS ROSAS... MAR Y POESÍA

Aún se mantenían tersas en el jarrón las rosas de Elba cuando hicimos una breve visita a la costa. Fue como un preludio de nuestras proyectadas vacaciones en Pragueira, y como una rememoración de las del pasado verano, cuando conocí a mi amigo Jóse, en el Hotel Almar. Donde, además de él y su encantadora familia, me esperaban más rosas: en el jardín y en un búcaro de nuestro cuarto. Y otra más, bien colocada junto a la botella de albariño, para brindar por un nuevo verano en tan grato lugar y entrañable compañía. Y es que este verano me siento querida por las rosas.
Rosas en Pragueira, llenas de intenciones delicadas, también rojas y suaves, despojadas de espinas. Las espinas se quedaron en el recinto exterior del hospital de Bodrum, donde las matas verdes de espinosos rosales aún no habían florecido.
En esta visita al mar, también mis ojos pudieron acariciar, desde las dunas, las frescas aguas de la Lanzada, lamiendo perezosas la arena de la playa. En ocasiones se muestran bravas. Pero la tarde de mi visita se movían con calmada parsimonia. Y me recordaron otra tarde, de hace casi un lustro, en que de pronto, en el mismo lugar, volvió a mí la poesía después de su alejamiento de décadas. O yo volví a ella. ¿Quién sabe?
Pero en aquél encuentro nacieron estos versos:
__ LA LANZADA (2005) __
¡Qué verdes y mansas!
¡Qué suaves se mecen
Las aguas! Estas aguas.
Se desplazan en ondas,
Solemnes, pausadas.
Se encogen y se extienden
Se tornan espumosas
Estas aguas: mis aguas.
Se acercan juguetonas,
Besan la arena blanca
Con sus blondas de encaje.
La salpican, rizadas.
Algún remolino inquieto,
Rezagado
Se despliega en vistoso abanico.
Pero solo hay olas mansas
De agua salada
En esta tarde luminosa y mágica
En la Lanzada.
Y bailan mis sentimientos placenteros
En remolinos de nostalgia
Por todo lo perdido
Por lo que pierdo cada día
¡Pedazos de mi alma!
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