lunes, 2 de enero de 2012
NUEVO AÑO Y PRIMERA MUERTE
Y fin de la Paridad en el gobierno de España.¿A quién importa esto? Creo que a unas cuantas feministas que mucha gente considera trasnochadas.
La Ministra de “no sé cuantas cosas” habrá lamentado el nuevo feminicidio ante los medios, como es su obligación; eludiendo, si puede, hablar de violencia de género. En las noticias será una de las menores, porque la audiencia querrá oír o leer lo que el Gobierno restará a los ingresos de los siempre, eso sí, para justificarlo y apoyarlo en su durísima labor. No importa que prometiera en campaña, una y otra vez, no subir impuestos. La Derecha tiene siempre patente de corso para hacer lo que se le ocurra, y nadie dirá que improvisa o incumple.
El panorama internacional está que arde y tenemos a Irán disparando misiles, a Siria asesinando disidentes, a Rusia indignada por el pucherazo electoral, y la primavera Árabe estancada o al menos sin progresar adecuadamente.
En este contexto a quién puede interesarle que un hombre haya matado a su mujer, si además, el pobre, sus razones tendría porque se suicidó a continuación, y además eran ambos extranjeros. Que digo yo, por qué no se suicidaría él primero, dejando la muerte de su pareja para otra reencarnación.
Pero, claro, yo soy una de esas feministas que se empeñan en hablar de lo que a nadie le importa, intentando poner un grano de arena o de cordura en una sociedad que gira ensimismada en la orbita del poder o del dinero: en conservar el que tiene o en valorar el que pierde. Y no me refiero a quienes deben precisamente hacerlo para sobrevivir con dignidad o simplemente sobrevivir, porque esos son arrastrados, involuntariamente, a la infernal rueda por circunstancias que no han propiciado.
Por eso, aunque no se escuche, mi voz seguirá repitiendo que los asesinatos sexistas son el extremo de un grave problema de desigualdad de género que afecta a millones de mujeres en el mundo. Un problema de dimensión universal del que hay miles de víctimas cada día sobre la tierra.
En nuestro País íbamos por el buen camino del esfuerzo legal, educativo y simbólico (los símbolos tienen, en cuestiones de género, una eficacia importante) pero hace algún tiempo se invirtió la tendencia.
En estos momentos el actual Gobierno no cumple la Paridad, en el Congreso de los Diputados no se ha incrementado la presencia de mujeres. En nombramientos de segundo y tercer nivel del aparato gubernamental, por el momento, la presencia femenina escasea y no solo no se critica sino que incluso se justifica o se silencia. Cuando no se pronuncian disparates como el de que “la paridad puede ser cuestión de calidad”, en un momento en que hay miles de mujeres incluso mejor preparadas y con expedientes tan o más brillantes que los hombres.
Como ciudadana consciente del momento crítico que vivimos, y persona afectada personal y familiarmente por la crisis, no ignoro la magnitud de los problemas económicos, morales y sociales que nos afligen, pero no puedo separar unos de otros, porque forman un todo. La carencia de ética, la insolidaridad y la ambición desmedida son caldo de cultivo de la corrupción, y ésta daña gravemente a la economía y a la convivencia de la sociedad, generando todo tipo de desigualdades y situaciones precarias, en las que las mujeres se verán aún más afectadas. Por eso no podemos aparcar o dejar en último término las cuestiones de género en estos momentos. La Igualdad debe seguir siendo un tema político de primer orden, las mujeres no pueden ser reducidas de nuevo a dispensadoras gratuitas de servicios sociales, no pueden ser destinadas a tareas secundarias, a desempeñar roles de segundo orden, porque todo ello mermará su autonomía y la posibilidad de ser consideradas equivalentes, no supeditadas al poder del varón; condiciones imprescindibles, entre otras, para que dejen de matarlas.
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