viernes, 31 de octubre de 2008

Pensando en Milan Kundera: SOLO SE APEDREA AL ÁRBOL QUE TIENE FRUTO


¡Calumnia que algo queda!
Esta frase la pronuncia casi siempre quien la sufre, porque quien daña no suele proclamarlo. Pero el hecho se produce con frecuencia aunque la palabra haya caído en desuso. Ahora se dice desprestigiar, que origina resultados parecidos pero no tiene la contundencia sonora ni semántica del verbo calumniar. Sin embargo se calumnia, con el desprestigio y el dolor consiguientes.
Recientemente me he visto involucrada en una serie de acontecimientos, que aún siendo totalmente normales, me han recordado conductas y hechos insidiosos de tiempos tal vez lejanos, pero muy próximos en el sentimiento y el recuerdo. Imágenes disfrazadas de gracejo y simpatía deslizando frasecitas de apariencia intrascendente cargadas de veneno, indisponiendo, con la sombra de sospechas, a personas que jamás habían tenido entre si problemas ni desacuerdos. El empeño de ir tras las huellas de trayectorias impecables para sembrar de sal su puerta. La facilidad y la ligereza en aplicarse sin peso de la conciencia en torcer itinerarios de gente integra y de buena fe. Y lo que es peor, distorsionando e incluso destruyendo su imagen, tal vez su único bien o el más preciado, un daño psicológico muy grave y difícilmente reparable.
En fin, ¡nada nuevo bajo las estrellas! pero cuando el fenómeno roza nuestras vidas lo advertimos en toda su realidad, en toda su crudeza. También pensamos o escribimos según las vivencias o las noticias y en este caso las últimas refuerzan las primeras y me animan a sacar a la luz algunas reflexiones.
Por noticias me refiero al artículo del director del Nouvel Observateur, que aparece traducido en las páginas de un periódico nacional, sobre las calumnias sufridas por Milan Kundera. Pese a que el gran escritor dice que “su único universo es la novela”, pese a su discreción y su silencio y su talento, o quizá por todo ello, no ha logrado evitar la calumnia.
En el desarrollo y comentarios de Jean Daniel sobre el brutal intento de desprestigio del escritor, aparecen muchas afirmaciones con las que me identifico, que refuerzan las que, quizá por ello, me atrevo a sacar a la luz, en ese afán de quienes escribimos de comunicar ideas, inquietudes y sentimientos. Afán que lleva implícita la fe en que se producirá la captación. En que hay receptores idóneos, personas que comparten importantes valores.
Milan Kundera se refugia en una vida discreta, dejando solo su obra al arbitrio de cualquier juicio. Pero ni su actitud, ni “los desmentidos”, como dice Jean Daniel y personalmente comparto, que se produjeron sobre la insidia vertida sobre el escritor, podrán evitar todas las sospechas: esa es la perversidad de la calumnia. Por eso, cuando alguien se ve en la indefensión que produce, se lamenta diciendo “calumnia que algo queda”.
Los efectos son algo que conocen, en todo su alcance, quienes la practican. Tienen en su haber ciertas agudezas que compensan su falta de brillantez, de altura intelectual y de la ética indispensable para merecer el lugar que tal vez pretenden.
Milan Kundera tuvo una actitud ingenua, como otras personas menos relevantes inmersas en situaciones un tanto similares: optar por el retiro, la discreción y el silencio. Daniel dice: “tuvo la ingenuidad de creer que la discreción y el silencio le protegían”.
Personalmente, a la luz de las experiencias vividas, soy totalmente participe de esa opinión. Ni el retiro ni la discreción ni el silencio de una persona la protegen del desprestigio deliberado que se siembre sobre ella. Tampoco siempre se cumple el dicho de que”el tiempo pone a cada uno en su lugar”, la vida no es tan justa.
Pero no quiero terminar estas reflexiones sin ningún atisbo de esperanza. Y el guiño puede ser el contenido de una hermosa frase con la que alguna vez me topé y tengo apuntada aunque haya olvidado su autoría, porque puede apuntalar la autoestima personal, tan tocada cuando alguien se siente desprestigiado; frase que da titulo y cierra estos comentarios: solo se apedrea al árbol que tiene fruto.

1 comentario:

Montse de Paz dijo...

Hola, María Jesús. Vengo a este blog a raíz de tu comentario al mío (Estirpe Salvaje). Esta entrada me ha llamado vivamente la atención, porque esa frase... "Sólo se apedrea al árbol que tiene fruto" la solía repetir mi abuela, hablando de los mediocres envidiosos que siempre tienen que atacar a quien se destaca por algo bueno.

Enhorabuena por tu blog pero sobre todo por tu labor, por tu trayectoria social y por tus libros. No sé cómo fuiste a parar a mi blog y a mi novela, pero justamente en ella se tocan algunos temas feministas y que aluden a la violencia sobre la mujer.

En fin, un gusto que me visitaras. Enlazaré tu blog con el mío http://comollegarapublicar.blogspot.com

Un abrazo,

Elisabet