lunes, 16 de agosto de 2010

FANTASMAS DE INCENDIO REDIVIVOS


En el año 2006 ardía Galicia con una virulencia tristemente histórica.
La impotencia, el dolor de ver destruidos lugares muy queridos, la rabia ante tan inmensas pérdidas y ante los restos de inconsciencia aún latentes, no encontró más cauce de salida que unos versos, estrechos caminos, angostos senderos, de aquellos sentimientos míos.
Este año Portugal, ese país tan vecino y tan a mano que parece una prolongación de esta verde tierra, también arde. Se consumen sus bosques encantados.
El fuego abrasa del mismo modo el viejo reino de León y otros lugares de la piel de toro. Y Galicia, una vez más, también arde este agosto, y la inconciencia asesina arrasa su flora y siega vidas, como si nada de lo que se quema tuviese valor.
Mi alma, conmovida, vuelve a los versos entonces escritos en busca del alivio que no trae la brisa. Porque el viento solo refresca el cuerpo. Pero no arrastra consigo lo que nos abrasa el espíritu. Y hago públicos mis versos como un grito de protesta deseando que encuentren eco.
FANTASMAS DE INCENDIO
-1-
Tierra umbría de invierno.
Verde y húmedo recuerdo
De los años pasados.
Cristales de lluvia.
Carámbanos helados
Colgando de los árboles
Como largos pendientes
Irisados.
Charcos de los caminos
Espejos relucientes
Quebradizos.
-2-
Cálida tierra en verano
Soles que broncean la hierba y la agostan
En la cúspide del día.
Caricias del viento en la noche tibia
La consuelan con lágrimas de nubes.
Tierra dulce de lluvias otoñales
De primaveras suaves
¿Dónde yaces?
Todo mi recuerdo es vano.
Rastreo en él con ansia
Rechazando la imagen abrasada
Que se ofrece a mis ojos.
Paraje desolado
De tierra cenicienta
Sin trinos de pájaros
Y árboles calcinados
¡Esqueletos fantasmales!
3-
¡Tierra resquebrajada!
Donde hubo prados
Y verdes humedales.
Humo denso, que cubre
Como niebla implacable
Las copas abatidas
De añosos árboles.
Lluvias de cenizas
De alas abrasadas
De mariposas incautas
De pájaros atrapados
En infernal jaula,
Resbalan sin pausa por mi cara.
No es el sol que broncea los cuerpos
Que dora la mies en el campo,
Que invita a gozosas zambullidas
En refrescantes aguas
Emitiendo destellos.
Los resplandores que brillan
Tras cercanos oteros
¡Son de llamas!

4-
¡Tierra de tan dulces años!
¿Dónde están tus ramas de invierno
Adornadas con pendientes de agua?
¿Y la hierba, agostada
por risueños veranos,
Esperando el frescor de la noche?
Caminos resecos y empedrados
Sin señales de charcos,
Sin espejos de hielo
Que reflejen los restos del incendio.
Paisaje siniestro
Producto de incultura y atraso
Revestido de saña.
¡Tierra desolada!
Si para resucitarte
Bastaran mis lágrimas
Lloraría hasta agotar mi alma.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué preciosidad!!! y cuanta sensibilidad y razón, Marisu.
Y en este caso tu poesía es un arma llena de futuro , si es que la pueden oír.
un abrazo desde la Rioja.

María J Marrodán dijo...

Vuelvo a escribirte, no se si llegó el comentario.

ritersuQué gran sensibilidad, me han encantado tus palbras y tus poemas , especialmente la última estrofa. Tu poesía es un arma llena de futuro, Ójala lo entiendan así. Un abrazo desde Logroño

Maria Jesus dijo...

Mil gracias.Tus palabras de poeta me animan y estimulan.
Un besazo.