Nos gustaría, en este
marzo de 2015, poder hablar de algo que no fuese el maltrato o la
discriminación de las mujeres, por citar sólo dos de los muchos problemas de
género, que pese a la lucha de los últimos años, y pese a los muchos logros
conseguidos, seguimos padeciendo. Pero es inevitable, aunque queramos hablar en
positivo, ser un tanto recurrente al menos en el inicio, y recordar que ahora
mismo las mujeres siguen teniendo problemas de identidad: el debate sin fin
entre racionalidad y sentimiento. Problemas laborales: de salario y de techo,
de conciliación de la vida laboral y familiar, cuyas cargas siguen asumiendo
solas en gran medida. Y finalmente problemas de violencia intrafamiliar o
especifica de género.
Todo lo dicho sigue, desafortunadamente, siendo
actual, y sobre ello, al menos estos días en relación con el 8 de marzo no
dejará de hablarse.
Pero también nos parece importante hacer
hincapié en estas fechas en el esfuerzo que siguen haciendo solidariamente
muchas mujeres por erradicar los problemas que aquejan a sus congéneres,
objetivo que, de conseguirse, lograría un mundo y una sociedad mejores para
toda la humanidad.
Y estaría bien, al aludir a esta lucha,
recordar a algunas de las pioneras que la iniciaron en tiempos muy difíciles,
cuyo esfuerzo no es que se hubiera olvidado, es que apenas se ha conocido. Y
por eso traemos a estas líneas a un grupo de brillantes mujeres que fundaron
una asociación llamada Lyceum Club femenino, que según decía una de sus
ilustres asociadas, Marìa Teresa de León “conspiraba para adelantar el reloj de
España”.
Los Lyceum existían en distintas ciudades de
Europa. El primero se creó en Inglaterra y lo hizo una brillante sufragista en
el año 1904.Después fueron apareciendo en París, Berlín, Roma o Ansterdam. Eran
lugar de reuniones de mujeres que, entre otras cosas constituían grupos de
presión para mejorar la situación jurídica de todas.
En Madrid la asamblea constituyente del Lyceum
se celebró en 1926, en uno de los locales de la Residencia de Señoritas que dirigía María de Maeztu. Y los Estatutos copiaban
literalmente los de la primera asociación inglesa.
La Institución tenía una teoría educativa,
consideraba que las fracturas sociales provocadas por el pensamiento político o
religioso podían ser superadas mediante la educación.
Evidentemente el Lyceum
tuvo una trayectoria corta y no fue acompañado del éxito. Con el tiempo, de
forma inevitable, se fue politizando y aparecieron enfrentamientos. Finalmente
dejó de funcionar con el estallido de la Guerra Civil. Cuando entraron las
tropas franquistas en Madrid tomaron su sede, que acabó siendo lugar de
reuniones de la Sección Femenina de Falange.
Pero antes de su clausura el Lyceum sufrió
muchas críticas. Sus socias fueron calificadas de liceómanas, ateas, excéntricas,
desequilibradas e incluso de criminales. Es decir, que sufrieron la
incomprensión y el menosprecio que siempre han acompañado, y todavía lo hacen
en cierta medida, a las mujeres que se
implican en el trabajo de género.
Entre aquellas mujeres que formaron parte de
tan interesante proyecto cabe recordar a las ya mencionadas María Teresa de
León y María de Maeztu, Maruja Mayo, Zenobia Camprubí, Clara Campoamor o María
Lejárraga.
Asimismo queremos dejar
constancia de un interesante libro en el que pueden encontrarse tanto la historia
del Lyceum de Madrid, como la de aquel emergente mundo cultural anterior a la
Guerra Civil, que quedó sepultado por ella.
El libro mencionado se titula LA CONSPIRACIÓN
DE LAS LECTORAS, y sus autores son, José Antonio Marina y María Teresa
Rodriguez de Castro. Ha sido editado por Anagrama.
María Jesús
González.
2 comentarios:
Excelente propuesta y semblanza la que has hecho. Mis felicitaciones por tanto trabajo y tan necesario.
Muchos besos
Muchas gracias querida amiga.Mi trabajo ahora va lento, pero no abandono. Y como te sigo admiro tu enorme fuerza vital y creativa.Tu tiempo es todavía el de abarcarlo todo.Es maravilloso. Lo sé porque lo viví y ahora lo veo en la distancia y lo valoro en lo que fue. Sigue así.
Miles de besos.
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